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8 de febrero de 2012

LaVoz: Selena Gomez en Córdoba: puro encanto


El Orfeo repleto ovacionó a la cantante Selena Gomez en la presentación de su nuevo disco, "When the sun goes down".
La magia la acompaña, como una escolta de todo lo que sucede a su alrededor, un transformador de las circunstancias capaz de convertir una noche en la posibilidad de un hechizo perdurable. Selena Gomez y 8.300 personas, embelesadas desde las tribunas y plateas, ante el encanto de esta chica que podría ser una más de todas ellas. Puntual a las 21.30, la estrella mayor de la nueva constelación Disney abrió el escenario con tules y brillos, y A year without rain. Detrás y muy cerca, dos bailarinas traducían cada acorde, cada gesto de la diva adolescente en una coreografía para aprender frente al espejo. Algo de esa mímica imparable sucedía también en sus fanáticas, sus miles de nenas y pre adolescentes que repetían cada letra y fraseo con la obediencia de un rezo.
"Hola Argentina. ¿Cómo están? Gracias por estar aquí esta noche", dijo como saludo. Las mechas azuladas sobre los hombros, micrófono en mano como si fuera un cepillo y los tacos altos debajo del vestido, que podría ser una cortina robada a la hora de la siesta, cuando la casa no más que de los chicos y la música fuerte.

Un poco más atrás que las bailarinas, Selena se sostiene sobre su banda de varones lindos, The Scene. Cuatro chicos de negro para un repertorio de canciones pegadizas e imparables, manifiestos de la adrenalina y el entusiasmo de lo que se acaba de descubrir. Round and round, When the sun goes down, Love you like a love song, Spolight. Selena apenas baila, alcanza con que mueva un poco el cuerpo, despliegue las piernas larguísimas y algunos gestos que las nenas se aprendieron de memoria para la ocasión. Cada movimiento disparaba una avalancha de gritos, de flashes y euforia.
Selena sonríe, agradece y asiente, con los gestos también repetidos. Se da vuelta y se suena la nariz. Disimula el cansancio de una gira que ya la hizo escalar en Guatemala a Brasil, México, Chile, y Puerto Rico. Selena sigue cosechando un afecto que sembró desde su infancia y que no distingue fronteras.

Las nenas cordobesas (hay que decirlo, el público femenino es el más intenso y fiel a sus ídolos desde muy temprano en la vida) y sus madres -que se saben las letras de las canciones junto con ellas- acompañan a la estrella y celebran su paso por el Orfeo. El final la encuentra con vestido rojo y sintonía con las ganas de fiesta que apura el aplauso y la alegría. Selena Gomez se va con una de sus canciones favoritas, Who says. Córdoba la despide con todo lo que vino a buscar. "¿Ya tienen mi nuevo disco?", pregunta ella. Una ola de gritos y suspiros le responde lo obvio. No hay otra manera de quererla tanto.

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